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Lo oídos no descansan. No cierran en fin de semana o vacaciones. No hay una persianita, como los párpados, para dejarlos descansar un rato. Ahora, a este ‘full time job’ añadid una patología que hace que escuches hasta los decibelios más ínfimos.

 

El oído normal, sano, es capaz de percibir diferencias de intensidad en los tonos de hasta 2 dB. En cambio, un oído con lesión coclear es capaz de percibir diferencias de intensidad de 1 dB e incluso menos.

No se da en todos los casos en los que se ha producido una lesión coclear, es decir, una lesión en el oído interno.

Hipoacusia neurosensorial o de percepción

Las hipoacusias neurosensoriales más comunes son las cocleares. Se dan cuando el mecanismo de conducción del sonido es normal pero hay un trastorno en la cóclea o el nervio auditivo. Puede ser congénita o adquirida.

Estos pacientes pasan de no oír bien a que les moleste cualquier tipo de sonido, por ligero que sea y perciben los incrementos o descensos de intensidad en los tonos de forma desproporcionada.
A veces, escuchar demasiado bien y diferenciar cada variación tonal puede ser sinónimo de lesión interna, por muy descabellado que parezca.

Diploacusia

Es otro tipo de distorsión de la percepción de las frecuencias o tonos auditivos. Se perciben los sonidos distorsionados, imprecisos, como una radio mal sintonizada.

Entre los dos oídos pueden producirse diferencias de percepción aunque se trate del mismo sonido, ahí es cuando se genera esa sensación de distorsión, al percibir dos tonalidades distintas de un mismo sonido.